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Cecilia,
nombre propio de mujer, femenino de Cecilio. De origen latino Cæcilla
se traduce como "pequeña ciega" o "cieguecilla" al derivar de Cæcus
(ciego) y illius/illa (diminutivo). La Gens Cecilia era una de las
grandes familias de la República Romana. El diminutivo más común es
Ceci, pero también es común la utilización del nombre de Celia. |
Santa
Cecilia de Roma
Mártir, Virgen (siglo II)
Nombre:
Cecilia
Significado: del latín “Caecilia”, "Aquella de pobre vista".
Fiesta:
22 de Noviembre
Nacimiento:
. Roma, Italia
Muerte:
180. Roma
Santa Cecilia
(o Celia) de Roma fue una noble romana, convertida al
cristianismo, que fue martirizada por su fe entre el año 180 y 230. Es
patrona de la música, de los poetas y de los ciegos (como santa Lucía
de Siracusa).
La antigüedad de su martirio y la amplitud de su recuerdo hicieron que
su nombre esté presente en el canon de la Misa. También por este
motivo, son numerosas las dedicaciones de templos a su nombre y puestos
bajo su protección.
Lo extraño es que a pesar de tanta y tan notoria devoción se sepa tan
poco de su vida; y digo saber, porque lo que nos ha llegado contado
sobre su martirio en la "pasión", escrita muy tardíamente (s. VI), no
es fiable desde el punto de vista histórico.
Suelen presentarla como perteneciente a una familia ilustre, de la
nobleza romana, del linaje de los Cecilios, anteriores a Cristo y
emparentados con Metelos y Pomponios. A Cecilia le señalan como
antepasadas a Caya Cecilia y a Cecilia Metea, sin que en realidad sean
estos datos demostrables; colocarla dentro de la flor y nata de los
patricios romanos podría deberse al vivo deseo de ensalzar la figura de
la santa o a la necesidad de cubrir la ausencia de datos con una mera
posibilidad.
Dicen que se quedó huérfana desde pequeña, que la instruyó en la fe el
obispo Urbano y que se bautizó a los trece años. La presentan los
escritos dedicada a la oración, con obras de penitencia y asistiendo a
los oficios de culto sin remilgos ni disimulos, aunque los tiempos no
estaban para muchos aspavientos. ¡Qué otra cosa podían hacer los dados
a la hagiografía si tienen que hablar de la vida de una santa y no
disponen de materiales que le sirvan para su intento! Es lógico que
apliquen a su figura todas las virtudes que son concebibles en su vida
cristiana y quizá también deseen hablar de las que deberían tener los
lectores de su vida para sentirse animados a su imitación. Se muestran
extremadamente explícitos en hacer mención de la generosidad que
Cecilia demostraba con las colas de pobres que se acercaban a la puerta
de su casa en la Vía Apia donde siempre había un plato de sopa caliente
y unas limosnas. Y aún son más las alabanzas a la santa cuando se
explayan en poner de relieve la radicalidad de su fe hasta el punto de
formular en su temprana edad un voto de castidad que puso bajo la
custodia de su Ángel.
Lo sorprendente para el hombre de nuestro tiempo tan refinado y culto
es que contrajo matrimonio con Valeriano y fue en la misma noche de
bodas, después de las capitulaciones matrimoniales, cuando manifestó a
su esposo el voto de virginidad que había hecho y lo importante que era
respetarlo porque era nada menos que su ángel quien la defendería ante
cualquier atropello. Pero lo más insólito del caso es que Valeriano
-mucho debía amarla- no se sintiera defraudado por tal planteamiento y
aceptara la condición de buen grado.
Valeriano y su hermano Tiburcio son dos mártires bien documentados en
la iglesia de Roma. Se convirtieron del paganismo a la fe y dieron su
vida por ella. Igual que Cecilia que fue condenada a muerte por
decapitación, probablemente en tiempos de Marco Aurelio, sin que los
primeros golpes de hacha sobre su cuello le llegaran a hacer daño.
Tampoco se sabe muy
bien de dónde le
viene a la santa su
patronazgo
sobre la música ni su
protección a los
amantes de las corcheas. ¿Sería
por aquello de que
"cantaba a Dios en
su corazón"? Eso es
lo que sucede
cada vez que se reza
a Dios con toda el alma.
Quizá alguien, al
leerlo
en su passio, llegó a
pensar en Cecilia, soprano
acompañada de
instrumentos musicales, y luego
se decidió a divulgar la figura
pintándola con su órgano.
Aunque no siempre fue así: Stefano Maderna, artista no muy conocido,
esculpió la figura de santa Cecilia en mármol de Carrara, haciendo una
estatua yacente, con las manos entrelazadas, mostrando una el dedo
índice y la otra tres, simbolizando la fe inquebrantable en la unidad
divina y en la trinidad de personas. En el altar mayor de la iglesia de
su nombre, en el Trastévere romano, puede contemplarse la efigie junto
a las reliquias milagrosas de la santa.
Como Cecilia ya trasciende el tiempo y está por encima de los defectos
humanos que ella sabe comprender y disculpar, atenderá la súplica de
los aún viandantes para formar parte un día del maravilloso coro del
cielo, sin importarle mucho que seamos sordomudos, tengamos mal oído o
no seamos capaces de disfrutar del pentagrama. |
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