|
-----36,00000, -4,00000
08/02/2016
Málaga
Semana Santa
20 al 27/03/2016
Declarada
de Interés Turístico Internacional en 1980, la Semana Santa de Málaga
es un gran evento de carácter religioso, social y cultural que se
celebra cada año en la ciudad de Málaga. Tienen lugar desfiles
procesionales desde el Domingo de Ramos hasta el Viernes Santo,
quedando el Sábado Santo como lapso hasta el Domingo de Resurrección,
cuando sale Jesús Resucitado acompañado por una representación de todas
las corporaciones.
La
Semana Santa malacitana oficiosamente comienza alrededor de diez días
antes del Domingo de Ramos con los primeros traslados, que son pequeñas
procesiones en las cuales se porta (generalmente) un sólo trono de
reducidas dimensiones en el que van los dos titulares de la hermandad,
y casi siempre una banda de música o similar. Tienen como objetivo
llevar las imágenes de su templo a la Casa Hermandad, desde donde
realizarán la verdadera salida procesional.
Los traslados claustrales los realizan las cofradías que procesionan
desde la misma iglesia. Suelen realizar un vía crucis con las imágenes
y a continuación entronizarlas públicamente.
Las andas sobre las que son portadas las sagradas imágenes son
denominadas en Málaga tronos, a diferencia de en la mayoría de las
demás semanas santas de la geografía española. Los tronos poseen
notables diferencias con los pasos de las demás ciudades: mientras que
los últimos son llevados por costaleros sobre la espalda, los primeros
son cargados por hombres de trono, que meten su hombro debajo de los
varales —piezas de metal o madera de varios metros de longitud que
sobresalen del cajillo (estructura) del trono—; además los tronos
suelen ser, en su gran mayoría, de tamaño mayor que los pasos.
Como en las demás ciudades, en Málaga cada cortejo procesional suele
estar formado por dos tronos (Cristo y Virgen), y cada uno de ellos es
acompañado por penitentes (nazarenos, que pueden llevan velas o
enseres, como libros de reglas, faroles...) y promesas (personas que
han prometido hacer penitencia a cambio de algún favor y van
acompañando al trono detrás de la banda). Algo característico de la
ciudad costasoleña es la escolta de los cuerpos militares y de
seguridad del Estado a los Sagrados Titulares que veneran, como la
Brigada Paracaidista, la Legión, la Marina, los Regulares, los Infantes
de Marina, la Policía Local o la Guardia Civil.
Además de la estación de penitencia, las hermandades y cofradías llevan
a cargo otras actividades, dentro de los tres pilares sobre los que se
basan: formación, culto y caridad. Son múltiples las obras
asistenciales que las hermandades y cofradías realizan en Málaga, como
financiar comedores sociales, donar alimentos o atender a personas
mayores y/o enfermas. Se realizan cultos internos a lo largo del año
novenas, (quinarios, triduos...) en los cuales se suelen presentar a
las imágenes a los bebés o niños pequeños y se entregan medallas con el
sello heráldico de la corporación.
Existe una Agrupación de Cofradías, fundada en 1921, pionera en España,
cuyos miembros son elegidos cada cuatro años por los Hermanos Mayores
de las distintas hermandades y cofradías. El primer presidente fue el
Hermano Mayor de la Archicofradía de la Sangre, la más antigua de la
ciudad. Esta institución —independiente de cualquier gobierno—, se
encarga de la organización de la Semana Santa y de agilizar trámites y
acuerdos con las instituciones oficiales y de todo lo relativo a al
recorrido oficial.
Tras la conquista de Málaga por los Reyes Católicos en 1487, se crearon
las primeras cofradías y hermandades, al amparo de las órdenes
religiosas recién establecidas en la ciudad. En la primera mitad del
siglo XVI ya existían en Málaga al menos cinco cofradías de Pasión:
Vera-Cruz, Sangre, Ánimas de Ciegos, Monte Calvario y Soledad; todas
ellas vinculadas a conventos. A partir del Concilio de Trento, y con la
intención de combatir el protestantismo creciente, la Iglesia impulsa
la creación de tallas y su salida a las calles. Esta medida da el
empuje decisivo a la consolidación de las corporaciones, cuyo principal
objetivo no es sólo procesionar sino también socorrer a sus hermanos
más necesitados y asistirlos a la hora de la muerte. La manifestación
de la última voluntad de muchos cofrades va acompañada casi siempre de
disposiciones concretas para que se les entierre en la cripta de su
hermandad. En muchos casos no se limitan a satisfacer los gastos y
obligaciones de los entierros y sufragios, sino que dentro de muchas
hermandades hay hermanos que tienen la obligación de asistir a los
moribundos, de llevarles los sacramentos y de prepararlos para la
muerte.
Hasta la segunda mitad del XVII, las obras y los modelos escultóricos
de los autores granadinos y sevillanos de la escuela andaluza
predominaban en la ciudad. La llegada del escultor Pedro de Mena a
Málaga en el año 1658 originaría una creciente homogeneización en las
obras de los imagineros malacitanos. Es bajo la influencia de éste y de
José Micael Alfaro, cuando nace el estilo malagueño que continuará en
la centuria siguiente con Fernando Ortiz como máximo exponente, el cual
incluye influencias italianizantes de Juan Domingo Olivieri. Cabe
destacar igualmente la obra de artistas como Francisco Gómez de
Valdivieso y Salvador Gutiérrez de León, entre otros.
En el XIX, el principal escultor malagueño es Antonio Gutiérrez de
León, nieto del anterior, que continuó la línea de los autores del
siglo anterior.
Con la llegada del siglo XX y pese a la existencia de escultores de la
ciudad, la escuela malacitana decayó, siendo el representante más
destacado Francisco Palma García, cuyos cánones estaban ya alejados de
los establecidos por Mena y su círculo. En la segunda mitad del siglo
aparecieron las figuras de Mario y Francisco Palma Burgos, ambos
familiares del anteriormente citado, pero los encargos a escultores
sevillanos, granadinos y valencianos proliferaron y el denominado
estilo malagueño se desvaneció definitivamente.
En mayo de 1931, durante el primer mes de vida de la Segunda República
Española y como reacción a las declaraciones del cardenal Segura y a la
fundación en Madrid del Círculo Monárquico, tuvieron lugar actos
vandálicos contra los templos y conventos de un gran número de
ciudades, siendo éstos especialmente virulentos en Málaga. Durante dos
noches se asaltaron edificios religiosos de la ciudad, incendiándolos
junto a las obras de arte, enseres, bibliotecas y reliquias que
albergaban, entre ellas las imágenes propiedad de las corporaciones
nazarenas.
Algunas tallas fueron salvadas al ser escondidas durante los asaltos.
De otras sólo se pudo rescatar parte, siendo reconstruidas
posteriormente; otras muchas se perdieron para siempre. Algunos de los
templos que sufrieron incendios más graves fueron la iglesia de Santo
Domingo, la Iglesia de San Felipe Neri y la iglesia de la Merced, ésta
última, con gravísimos daños y parcialmente destruida, no se
reconstruyó y fue derribada en la década de 1960.
Cuando las corporaciones empezaron a recomponer su patrimonio, en 1936,
recibieron otra réplica de sucesos vandálicos durante la Guerra Civil
Española.
Tras los destrozos de 1931 y en menor medida, de 1936, desde 1937 y en
adelante, se llevó a cabo un proceso de paulatina reconstrucción
patrimonial, para el cual las corporaciones acudieron a distintos
autores, como los malagueños Francisco Palma Burgos, Pedro Pérez
Hidalgo, Pedro Moreira y Adrián Risueño, los granadinos José Gabriel
Martín Simón, José Navas Parejo y Nicolás Prados López, el sevillano
Antonio Castillo Lastrucci, y el valenciano Pío Mollar Franch, los
cuales tallaron nuevas imágenes para ocupar el lugar de las tristemente
desaparecidas.
|
|